LA MARIPOSA BLANCA. Cuento Corto de DAVID DEL REAL.

 

¡LA MARIPOSA BLANCA!

 
 

La mariposa es un pequeño insecto que según los zoólogos tiene cuatro alas cubiertas de escamas microscópicas. Todo mundo ha visto una mariposa alguna vez. Son muy hermosas la mayoría de ellas. Con sus velos a veces pálidos flotando en el aire pareciese como si fueran el manto de un fantasma, el velo de una novia, o un pedazo de papel revoloteando en el aire. Tras su ilusión de fragilidad, y la poca o nula apariencia de fortaleza que sugiere su elegante figura, se esconden muchas cosas que no se aprecian a simple vista. Con la clara intención de generar un punto de vista compensatorio a esta especie y a varios conceptos mal entendidos, relataré la historia que le presento a los lectores a continuación.

 

Era el mes de diciembre y afortunadamente las primeras aproximaciones al clima del invierno se habían atrasado. El calor del medio día era tremendo y los rayos del astro rey caían a plomo sobre el bosque de Tlalpan. Para los que no estén familiarizados con él, es una extensión de Tierra en la ciudad de México (justamente en la delegación Tlalpan) cuyos diversos parajes constituyen un excelente punto de entrenamiento y recreación. Se ven los días sábado docenas de corredores, triatletas, personas haciendo abdominales... Es uno de los sitios más conocidos entre los deportistas del distrito federal para ir a ejercitarse. Tiene además el agradable atractivo de estar ya medio subido en la montaña, lo que ofrece parajes diversos de diferente calidad y constitución del suelo. Muchas veces van, grupos de amigos, escuelas de artes marciales, personas que van meditar o hacer dinámicas etc...

                                                                                                      

Antes de proseguir, es necesario introducir al lector en la antigua disciplina del Ninjutsu. El Ninjutsu es un arte marcial milenario, cuyo legado es talvez menos rutilante y pomposo que el de otras artes marciales, más no menos impactante o destacado. Y sobre todo, cabe destacarlo enfáticamente, no menos efectivo ni profundo. A diferencia de las artes marciales derivadas de la tradición Samurai, el arte del Ninjutsu fue transmitido y utilizado en su mayor proporción por la gente pobre. La razón de esto es que, en aquellos siglos cuando Japón tenía una organización feudal, muchos pueblos fueron arrasados por ejércitos invasores comandados por jefes samurai.

 

Los habitantes de dichas comunidades que habían sido devastadas por el ataque de los ejércitos invasores, muchas veces tuvieron que refugiarse en las montañas y lugares inhóspitos, viéndose obligados además a generar técnicas de defensa poco ortodoxas para asegurar su supervivencia. Sus técnicas pudiesen parecer muy rudas para algunas personas de nuestra época, pero la razón de su poca pantomima y sus técnicas directas radica en la necesidad de defenderse estando en una clara situación de desventaja. El nivel de desventaja que habría entre los combatientes campesino y samurai sería del mismo nivel que podría presentarse si,  en nuestros días un ciudadano perteneciente a la clase civil tuviera que luchar por su vida, contra un soldado entrenado y perfectamente pertrechado de armamento y equipo de alta tecnología. La comparación sea talvez más exacta de lo que se pudiese pensar de primera instancia pues muchos practicantes de las artes ninja tuvieron que aprender a defenderse a veces con no mucho más que un pequeño cuchillo o un bastón en contra de un atacante samurai totalmente armado.

 

 Es por eso que mis pocos meses de entrenamiento ninja han tenido un profundo efecto en mí, y en mi manera de pensar y ver a los vencedores y a los vencidos a través de la historia, y ciertamente me genera mucha más admiración por aquellos jefes militares improvisados que tuvieron que aprender a defenderse para proteger a su pareja y a sus hijos, que los pomposos generales que aparecen normalmente en los libros de historia y cuya ambición por el poder no parecía tener freno. Sólo como comentario, a pesar de su gran genio estratégico y táctico, nombres como Napoleón  Bonaparte o Guillermo el Conquistador jamás me han inspirado simpatía. Por otro lado, he aprendido, a admirar esos personajes cuyos nombres no llegaron hasta los libros de historia, pero están heroicamente ahí, cuando uno los aprende a ubicar. Esos capítulos donde la historia no dice porqué equis o ye ejército invasor no logró avanzar más hacia el norte o hacia el sur, ahí donde ningún historiador explica a veces porqué una campaña o matanza no continuó, es casi seguro que se encuentra un héroe anónimo a quien nadie rinde tributo.

 

Por otro lado admiro las historias de aquellos pobladores que se tuvieron la necesidad de llevar su inventiva a enormes grados de creatividad para sobrevivir, y los pocos nombres . Cualquiera que algún día vea un libro que muestre la enorme variedad de armas Ninja y la enorme diversidad de sus camuflajes sabrá de lo que hablo. Disfrazaban sus armas de cosas tan aparentemente inocentes como un abanico, además de hacer armas a partir de muchos artículos corrientes, la mayoría de las armas aparentemente más exóticas o estrafalarias de las películas de artes marciales nacieron de esa forma .

 

Entre las armas creadas , o adaptadas por la tradición Ninja están, distintos tipos de cuchillos, espadas y bastones, entre estos últimos se encuentra el Han-bo. El Han- bo es un arma Ninja de alcance mediano. Consta sencillamente de un bastón de madera de unos 50 o 60 centímetros de largo hecho de madera dura y cortado de manera cilíndrica, de manera que es relativamente cómodo de sostener con una o dos manos. Existe otra arma muy similar parecida a esta llamada Bo que es también un bastón de madera, pero más largo que el que aquí nos ocupa.

 

La razón de esto es que todo esto se desarrolla durante un seminario de sobre los distintos usos de Han-bo, que como ya comenté tuvo lugar en el bosque de Tlalpan, en el mes de diciembre, no estoy seguro del año, pero debió ser entre 1997 y 1999.

 

 

Llegamos al bosque de Tlalpan a eso de las diez de la mañana, ya algo retrasados. Nos habíamos quedado de ver un par de horas antes en el Dojo de entrenamiento, que en aquel entonces quedaba sobre la Calzada de Acoxpa. Habíamos perdido algo de tiempo entre los preparativos iniciales y esto y el otro. Nos desplazamos en diferentes automóviles de varios compañeros para encaminarnos al bosque, ya cada uno con nuestro Han-bo en mano listos para tomar el seminario.

 

 Luchando, como siempre, con el tránsito de la ciudad de México logramos llegar por fin al bosque. Recuerdo que el primer ejercicio que hicimos aquel día, después de calentar fue un ejercicio de coordinación. Como era de día y había un tremendo sol, nos tuvimos que vendar los ojos por turnos para el ejercicio. La técnica consistía en intentar avanzar con los ojos vendados entre una madeja de compañeros que se ponen en posiciones estratégicas para estorbarle a uno. La idea era aprender a usar varios sentidos, pues en nuestra vida diaria dependemos demasiado de la vista. Este entrenamiento lo hicieron seguramente los antiguos Ninja para sus campañas nocturnas. No por nada los historiadores les otorgan a los practicantes del arte Ninja el haber sido los primeros practicantes de la guerrilla en el mundo. Algunas horas y ejercicios enfocados a supervivencia  después, vino el ejercicio con el Han-bo.

 

Es impresionante la cantidad de movimientos que se pueden hacer con un simple bastón de madera. En unas cuantas horas habíamos aprendido desde técnicas para golpear hasta algunas llaves sencillas que se pueden hacer con el bastón. Es tan efectivo que uno puede romper la espalda de un oponente en un par de movimientos si sabe como hacerlo. Además de que en un momento de necesidad, cualquier cosa parecida a un bastón como una escoba, un trapeador o una pata recién rota de una silla puede servir de Han-bo, lo que hace que las técnicas sean realmente efectivas, pues si uno se ve agredido, en cualquier habitación hay media docena de Han-bos a la mano.

 

Perdóneme por favor el lector la exposición de la rudeza, pero era necesario para comprender la paradoja de nuestra historia. La exposición de la belleza y sutileza que comprende la parte central de nuestra historia, perdería, sin esta exposición su contrapeso y gran parte de su significado y profundidad.

 

Llevábamos rato ya practicando, con cuidado , claro, llaves con el Han-bo. Quiero comentar con cierto sarcasmo lo divertido que puede llegar a ser el practicar artes marciales. Uno nunca sabe cuantas veces puede irse al suelo a saludar de cara al pastito hasta que no entrena en serio algún arte marcial. Eran talvez la uno o dos de la tarde y la sensación que recuerdo con más intensidad es la de el sudor que corría por mi frente, mi espalda y recorría todo mi cuerpo, al principio como una hilera de gotas y más tarde como un riachuelo de rutas bien definidas. El tumulto de estas sensaciones de rudeza fue súbitamente interrumpido cuando el Sensei comentó:

 

-Miren, una mariposa blanca ¿alguien sabe lo que quiere decir el ver una mariposa blanca?-.

 

En el cambio entre un estado anímico y otro siempre hay una pequeña pausa seguida de un suave exabrupto. En ese momento nadie contestó. Nos veíamos ingenuamente unos a otros mientras mirábamos al curioso insecto revoloteando sobre nosotros a unos cinco o seis metros de altura sobre nuestras cabezas. Al principio era difícil localizarla debido a su tamaño y al tremendo sol de las horas centrales del día.

 

 El pequeño insecto revoloteaba en movimientos semicirculares sobre el claro del bosque en el que nos encontrábamos. En esos momentos parecía como si nos mirara, como si revoloteara reconociéndonos. Es importante hacer notar que esta observación la pensamos algunos, como después comenté con un par de compañeros, desde antes de la siguiente observación del Sensei, al leerla, verán porqué es importante el que lo hubiésemos notado el comportamiento de la mariposa antes de la explicación del Sensei, pues es la única defensa que se puede tener de que realmente la sentimos observándonos y no sólo la quisimos sentir.

 

-Es el espíritu del Sensei Takamatsu-

 

dijo con esa voz profunda que todo buen sensei debe tener para hacer aclaraciones especiales. Hizo la pausa correspondiente para dejarnos reflexionar un segundo y luego prosiguió:

 

-Siempre. Nunca falla. Cada que entreno al aire libre, ya sea en algún seminario, entrenando solo en algún parque o cuando hacemos algún campamento de entrenamiento, siempre aparece en algún momento. La mariposa blanca-

 

Se hizo un silencio de unos treinta segundos, como si la mariposa y nosotros nos saludáramos calladamente con la mirada. Nunca he sido religioso, pero casi pareciese que nos dejara una bendición. La mariposa revoloteó otros segundos más, y luego se alejó volando, tan discretamente como había llegado.

 

Proseguimos entrenando otro par de horas más sin ningún hecho memorable fuera de otras cuarenta visitas al suelo por parte mía y de mis compañeros. Mi mente tenía que estar concentrada en aplicar bien las técnicas que se me enseñaban y en hacerlas con suficiente cuidado como para no lastimar nunca al compañero. Luego le tocaba el turno al compañero en cuestióny tenía que concentrarme en como iba yo a caer para no lastimarme solo. (Gran parte del truco en estos asuntos es aprender a caer)

 

Sin embargo, mi mente se había quedado en cierto porcentaje concentrada en la mariposa blanca y el Sensei Takamatsu. El entrenamiento terminó de la manera acostumbrada, con una docena de practicantes exhaustos. Después de hacer el par de saludos correspondientes, bajamos lentamente la montaña. Todos íbamos cansados, media arrastrando los pies. Caminando lentamente.

 

Yo aproveché para adelantarme al par de compañeros con los que estaba conversando y alcancé al sensei Gerardo:

 

-Oye Sensei-

 

-Dime David- respondió cortésmente sabiendo que yo solía ser de sus discípulos más preguntones. Yo no vacilé, pues sabía que era un maestro siempre abierto a preguntas, muy diferente a otros senseis que había yo tenido en otras artes marciales y entonces pregunté muy interesado:

 

-Oye, lo que dijiste sobre la mariposa blanca y el Sensei Takamatsu me impresionó mucho. Quisiera saber si el símbolo del Sensei Takamatsu era una mariposa blanca o ¿cómo es que la relacionas con su espíritu?- El Sensei no vaciló tampoco y respondió sin ningún tapujo:

 

-El viejo Sensei Takamatsu enseñaba que las mariposas son criaturas poderosas. Pueden resistir las tempestades y los huracanes. Resisten a muchos fenómenos a los que la mayoría de los otros animales incluyendo seres humanos normalmente no sobreviven. Además tienen la sabia estrategia de utilizar las corrientes del viento para volar grandes distancias, al grado de que cuando uno se entera la distancia que puede sobrevolar una mariposa en unos cuantos días pareciese una historia ficticia.-

 

Cuando el Sensei comentó sobre las corrientes del viento y el poder de las mariposas, unos fragmentos del Tao-te-king de

Lao-tsu tocaron como martillo en mi mente:

 

“Lo más blando del mundo, vence a los más duro” y también:

 

“El hombre vivo es blando, y muerto es duro y rígido.

Las plantas vivas son flexibles y tiernas, y muertas son duras y secas...   ...Lo duro, es pues inferior y lo blando es superior”

 

Las sabias palabras que había recordado del Tao-te-King, me ofrecieron una gran satisfacción , pues al relacionarlas con la mariposa, les encontraba nuevos sentidos , que antes no había percibido, a pesar de haber estado siempre allí de alguna manera aunque un tanto velada. Sin embargo, revoloteaban aún muchas preguntas en mi cabeza y claro, siempre impetuoso yo, quise obtener más detalles sobre el tema :

 

-Oye, Sensei, entonces... ¿los japoneses creen en la reencarnación?-

 

El Sensei ahora sí se tomó un pequeño respiro antes de responder y entonces dijo:

 

-Sí, pero no en personas. Ellos no matan intencional e injustificadamente a un insecto como una hormiga o una abeja sólo porque se les cruzó en el camino. Y si tu vas a matar uno por puro capricho te dicen: Imagínate que fuera tu madre-

 

La pregunta que asomaba a la conversación desde el principio y para la cual estas preliminares me habían ayudado a aclarar los detalles salió por fin de mi garganta, después de haberse ido formando lentamente en las últimas horas:

 

-Entonces, la mariposa blanca... ¿es la reencarnación del Sensei Takamatsu?-

 

-Sí- Dijo enfáticamente el Sensei.

 

La conversación se detuvo por varios minutos después de este comentario. Siempre que uno está seriamente involucrado en una conversación o hasta en un discurso, se guardan instantes de silencio después de las sentencias más solemnes. Ya todo estaba dicho, la mariposa era Takamatsu, y venía a ver a sus discípulos para protegerlos y darles aliento. Esta era su forma inmortal y eterna de estar siempre con los que reciben sus enseñanzas.

 

Pasados dichos minutos, empezamos a comentar un poco más el mismo tema ya en tono más coloquial sobre la relación de diferentes culturas y los animales. La afinidad que ha sentido el hombre con el reino animal ha sido siempre legendaria, desde los tiempos de los totems hasta los logos de los equipos de americano. Sin embargo, yo nunca vería a las mariposas ni a ningún otro animal que se me cruce en el camino de la misma forma.

 

Comentábamos ya más someramente mientras terminábamos de bajar hacia la parte del bosque de Tlalpan donde estaban los autos de mis compañeros con los cuales nos habíamos desplazado al bosque. Pareciese como si en los últimos cien metros hubiese habido un pasadizo del tiempo que nos hubiese hecho pasar de los tiempos de los ninja y los samurai a la época de la tecnología, los autos y los teléfonos inalámbricos. Sin embargo, no se había recorrido ningún pasadizo del tiempo, a no ser el que corre Takamatsu de década en década y seguramente también de siglo en siglo para cuidar a los que reciben sus enseñanzas.

 

Cada que recuerdo estos sucesos, pienso en la trascendencia de todo aquello que hacemos. Pienso en que todo aquello que hacemos bien, repercutirá por siempre, apareciendo de manera sigilosa y constante, como la modesta mariposa blanca.

 


DAVID DEL REAL

MEXICO

 

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